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09 marzo 2013
Saint-Pierre, Huygens y Teresa de Avila
Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre
(El Havre, 19 de enero de 1737 – Éragny, 21 de enero de 1814)
Fue un escritor y botánico francés . Se hizo popular por su cuento para niños Paul et Virginie, publicada en 1787.
En Bernardin hay una diferencia profunda entre el escritor y el hombre; este es irascible, melancólico y atormentado, y aquel es dulce, calmo y tierno. Desde el inicio al fin de su vida, el escritor sueña con una república ideal, donde todos los habitantes estén unidos por la mutua benevolencia aunque las contrariedades de la vida irriten la susceptibilidad del hombre.
En l'Arcadie, un poema en prosa, Bernardin describe la república ideal con la que sueña.
Según Andre Luiz: “El novelista traído por amigos a las regiones vecinas a la Corteza planetaria, vuelve a su medio de acción y traza aspectos que asevero pertenecerían al Planeta Venus.”
Los habitantes de venus imaginados por Bernardin
de Saint-Pierre
Christiaan Huygens
(La Haya, 14 de abril de 1629 – ibídem, 8 de julio de 1695)
Matemáticas
Huygens fue uno de los pioneros en el estudio de la probabilidad, tema sobre el que publicó el libro Sobre los Cálculos en los Juegos de Azar, en el año 1656.
Física
Los trabajos de Huygens en física se centraron principalmente en dos campos: la mecánica y la óptica. En el campo de la mecánica publicó su libro Horologium oscillatorum (1675); centrándose esencialmente en las colisiones entre partículas (corrigiendo algunas ideas erróneas de Descartes) y el funcionamiento del péndulo simple y del reversible.
En el campo de la óptica elaboró la teoría ondulatoria de la luz, (creando el hoy conocido Principio de Huygens). A partir de esta teoría explicó, en su obra Traité de la lumière, la reflexión, refracción y doble refracción de la luz. Dicha teoría quedó definitivamente demostrada por los experimentos de Thomas Young, a principios del siglo XIX.
Astronomía
En 1655 terminó un telescopio de gran calidad: con este aparato vio que en torno al planeta Saturno existía un anillo (descubierto por Galileo con anterioridad que no pudo identificarlo claramente) y la existencia de un satélite, Titán, el 25 de marzo de ese año. Después de seguirlo durante varios meses, para estar seguro de su período y órbita, dio a conocer la noticia en 1656.
Realizó importantes descubrimientos en el campo de la astronomía gracias a la invención de una nueva lente ocular para el telescopio.
Vida Extraterrestre
En los últimos años de su vida Huygens compuso una de las primeras discusiones de la vida extraterrestre, publicada tras su muerte como la Cosmotheoros (1698).
La aparente semejanza entre los planetas y la tierra hace que Huygens se pregunte si estas "tierras celestes" también tienen su "decoración" Y cuales de esos mundos podría ser habitados.
Este es el argumento general de Cosmotheoros, y con este acercamiento astronómico al tema , Huygens sigue la línea de pensamiento de muchos autores anteriores sobre la pluralidad de mundos. Plutarco, Kepler, Wilkins, Fontenelle y muchos otros ya utilizaban argumentos similares.
Teresa de Ávila
(Ávila, 28 de marzo de 1515 – Alba de Tormes, 4 de octubre de 1582)
Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida por el nombre de Santa Teresa de Jesús o
simplemente Teresa de Ávila, fue una religiosa, doctora de la Iglesia Católica, mística y escritora
española, fundadora de las carmelitas descalzas, rama de la Orden de Nuestra Señora
del Monte Carmelo (o carmelitas).
Santa Teresa refiere que, estando un día arrebatada en espíritu, Dios se dignó asegurarle su eterna salvación, si continuaba sirviéndolo y amándolo como lo hacía; y para aumentar en su fiel sierva el temor del pecado y de los terribles castigos que trae, quiso dejarle entrever el lugar que habría ocupado en el infierno, si hubiese continuado en sus inclinaciones al mundo, a la vanidad y al placer.
"...estando un día en oración me hallé en un punto toda, sin saber cómo, que me parecía estar metida en el infierno. Entendí que quería el Señor que viese el lugar que los demonios allá me tenían aparejado, y yo merecido por mis pecados. Ello fue en brevísimo espacio; mas aunque yo viviese muchos años, me parece imposible olvidárseme. Parecíame la entrada a manera de un callejón muy largo y estrecho, a manera de horno muy bajo y oscuro y angosto. El suelo me pareció de agua como lodo muy sucio y de pestilencial olor y muchas sabandijas malas en él. Al cabo estaba una concavidad metida en una pared, a manera de una alacena, adonde me vi meter en mucho estrecho. Todo era deleitoso a la vista en comparación de lo que allí sentí. Esto que he dicho va mal encarecido."
"Estotro me parece que, aun principio de encarecerse como es, no le puede haber ni se puede entender; mas sentí un fuego en el alma que yo no puedo entender cómo poder decir de la manera que es. Los dolores corporales tan incomportables, que con haberlos pasado en esta vida gravísimos, y, según dicen los médicos, los mayores que se pueden acá pasar (porque fue encogérseme todos los nervios cuando me tullí, sin otros muchos de muchas maneras que he tenido, y aun algunos, como he dicho, causados del demonio), no es todo nada en comparación de lo que allí sentí y ver que habían de ser sin fin y sin jamás cesar. Esto no es, pues, nada en comparación del agonizar del alma, un apretamiento, un ahogamiento, una aflicción tan sensible y con tan desesperado y afligido descontento, que yo no sé cómo encarecerlo. Porque decir que es un estarse siempre arrancando el alma, es poco; porque aún parece que otro os acaba la vida, mas aquí el alma misma es la que se despedaza. El caso es que yo no sé cómo encarezca aquel fuego interior y aquel desesperamiento sobre tan gravísimos tormentos y dolores. No veía yo quién me los daba, más sentíame quemar y desmenuzar, a lo que me parece, y digo que aquel fuego y desesperación interior es lo peor."
"Estando en tan pestilencial lugar, tan sin poder esperar consuelo, no hay sentarse, ni echarse, ni hay lugar, aunque me pusieron en éste como agujero hecho en la pared, porque estas paredes, que son espantosas a la vista, aprietan ellas mismas, y todo ahoga, no hay luz, sino todo tinieblas oscurísimas. Yo no entiendo cómo puede ser esto, que con no haber luz, lo que a la vista ha de dar pena todo se ve. No quiso el Señor entonces viese más de todo el infierno; después he visto otra visión de cosas espantosas; de algunos vicios el castigo. Cuando a la vista, muy más espantosos me parecieron, mas como no sentía la pena, no me hicieron tanto temor; que en esta visión quiso el Señor que verdaderamente yo sintiese aquellos tormentos y aflicción en el espíritu, como si el cuerpo lo estuviera padeciendo. Yo no se como ello fue, mas bien entendí ser gran merced y que quiso el Señor yo viese por vista de ojos de dónde me había librado su misericordia. Porque no es nada oírlo decir, ni haber yo otras veces pensado en diferentes tormentos (aunque pocas, que por temor no se llevaba bien mi alma), ni que los demonios atenazan, ni otros diferentes tormentos que he leído, no es nada con esta pena, porque es otra cosa. "
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Obreros de la Vida Eterna