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"Memorias de un Suicida" de los Espiritus Camilo Candido Bothelo y Leon Denis, por la medium Yvone A. Pereira

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05 febrero 2011
   Julio Bois en su importante libro Le mirage modere hace un detenido estudio acerca de Víctor Hugo espiritista. Dice que el poeta abrazó el Espiritismo el 6 de septiembre de 1855, en Jersey, teniendo como iniciadora a Emilia de Girardin. El médium de las sesiones a las que asistía Hugo era su hijo Carlos. Este no sabía inglés, sin embargo un día llegó un británico que tenía deseos de relacionarse con Lord Byron. Esta entidad espiritual no se hizo esperar, la cual respondió así:

Vex not the bard, his lyve broken, His lasta son sung, his last word spanen.

   Prosiguiendo el poeta con estos trabajos tiptológicos, consiguió que Esquilo se expresara en admirables versos del modo siguiente:

   “No, el hombre no será jamás libre en la tierra. Es el triste cautivo del bien, del mal, de lo bello. Por ley del misterio, no puede gozar de libertad sino cuando se convierte en prisionero del sepulcro. Fatalidad, león por el cual el alma es devorada, yo he querido dominarte con ciclópeo brazo, he querido llevar sobre mi espalda atigrada piel y me gustaba que de mí dijeran: “Esquilo nemeo”. No lo conseguí; la fiera humana destroza aún nuestras carnes con sus garras eternas; el corazón del hombre está lleno todavía de gritos de odio, y esta fosa de leones no tiene Daniel. Después de mi. vino Shakespeare. vio las tres brujas, ¡oh, Nemea!, llegar del fondo de la selva y verter en nuestros corazones sus revueltas calderas, los filtros monstruosos del inmenso secreto. Después de mí, el domador, llegó el cazador a esta gran selva del límite del mundo. Y como mirara en su alma profunda, Macbeth gritó: “Huyamos”, y Hamlet dijo: “Tengo miedo”. Se salvó. Moliére apareció entonces en el lindero y dijo: “Veamos si mi alma desfallece. Comendador, ven a cenar”. Pero en el festín de piedra, Moliére temblo mientras palidecía don Juan. Mas, cualquiera que sea el espectro. la bruja o la sombra. eres siempre tú. león. con tu garra de hierro. Tú llenas de tal modo la gran selva sombría, que Dante te encuentra al entrar en el Infierno. Tú no eres dominado sino cuando la muerte devoradora te arranca con dientes el alma en pedazos, se apodera de ti en la selva profunda secular y te muestra con el dedo tu jaula: la tumba”.

   Un día Víctor Hugo se dirigió al espíritu de Moliére en versos magníficos para decirle: 

“¿Los reyes y vos, allá arriba, cambiáis de ropaje? ¿Luis XIV en el cielo no es criado tuyo?, ¿Francisco I es el loco de Triboulet?, ¿Creso es lacayo de Esopo?”

  Moliére no respondió, lo hizo en cambio una entidad espiritual llamada La Sombra del Sepulcro diciendo: 

“El cielo no castiga con semejantes artificios y no convierte en loco a Francisco I. El infierno no es un baile de grotescas comparsas en el cual el negro castigo seria el sastre”.

   El poeta no quedó satisfecho can la respuesta. Pero otro día las entidades invisibles le pidieron que las interrogaran en verso. Víctor Hugo declaró “que no sabia improvisar de esa manera”, por cuya causa solicitó que se aplazase la reunión mediúmnica. Al día siguiente, al dictar Moliére tiptológicamente su nombre, el poeta contestó recitando con severo acento los versos siguientes:

Oh, tú, que la manopla de Shakespeare recogiste,
Que cerca de su Otelo tu Alcestes esculpiste,
Sombrío de pasión!
¡Oh, sol, que resplandeces en doble espacio y vuelo;
Poeta desde el Louvre, y arcángel en el cielo!
Tu espléndida visita honora mi mansión.
¿Me tenderás arriba tu hospitalaria mano?
Que caven en el césped mi fosa: sin pesar.
Sin miedo la contemplo; la tumba no es arcano;
Yo sé que en ella encuentra prisión el cuerpo vano.
Mas sé también que el alma sus alas ha de hallar.

   Moliére empero no respondió. “Le Journal” del 20 de julio de 1899, dice que hubo expectación y que respondió nuevamente La Sombra del Sepulcro, cuya respuesta no puede leerse sin sentirse uno admirado por su irónica grandeza. He aquí el verso dictado tiptológicamente:

¡Espíritu que quieres saber nuestro secreto.
Que en tus tinieblas alzas la antorcha terrenal.
Que a tientas y furtivo, pretendes indiscreto.
Forzar la inmensa tumba, la puerta funeral!.
¡Retorna a tu silencio y apaga tus candelas;
Retorna hacia la noche profunda en donde velas,
Dejando algunas veces tu densa oscuridad;
Los ojos terrenales, aun vivos, aun abiertos,
No leen por encima del hombro de los muertos
La augusta eternidad!

   Víctor Hugo al verse tan duramente tratado, reprochó a la entidad comunicante diciéndole que empleaba expresiones simbólicas. La Sombra del Sepulcro le respondió así:

“¡Imprudente! Exclamas: La Sombra del Sepulcro habla la lengua mundana, emplea imágenes bíblicas, se sirve de palabras, metáforas, fábulas, para decir la verdad.. La Sombra del Sepulcro no es una ficción, sino una realidad. Si desciendo a hablar vuestra jerga en que lo sublime consiste en armar algún estruendo, es porque sois insignificantes. La palabra es una cadena del espíritu; la imagen, la argolla del pensamiento; vuestro ideal, el grillete del alma; vuestra sublimidad, un fondo de mazmorra; vuestro cielo, la bóveda de una gruta; vuestra lengua, un ruido encuadernado en un diccionario. Mi lenguaje es la Inmensidad, el Océano, el Huracán. Mi biblioteca contiene millares de estrellas, millares de planetas y constelaciones. Si quieres que te hable en mi lenguaje, sube al Sinaí y me oirás en los rayos; sube al Calvario y me verás en los relámpagos; baja a la tumba y me sentirás en la clemencia.”

   Es una carta que en 1855 dirigió a Emilia de Girardin el poeta escribía: 

   “Las mesas nos dicen cosas sorprendentes. Todo un sistema casi cosmogónico por mi pensado y escrito en veinte años ha sido confirmado con largueza magnífica. Vivimos aquí en un “horizonte” misterioso que cambia la perspectiva del destierro y pensamos en quién debemos esta ventana abierta”. Las mesas nos imponen el silencio y el secreto”.

  Ausente de Jersey madame de Girardin, el poeta continuó con su familia las relaciones espirituales con el mundo invisible. Esta tarea la dejó relatada en varios cuadernos que más tarde su amigo, el gran astrónomo Camilo Flammarión. pudo revisar y de los cuales publicó algunos fragmentos en “Les Annales Politiques et Litteraire” del 7 de mayo de 1899, en donde el autor de Urania decía lo siguiente: 

  “Mme. Víctor Hugo y su hijo Francisco estaban casi siempre a la mesa. Vaquerie y algunos otros sólo se acercaban alternativamente. Hugo, jamás. Desempeñaba el empleo de secretario escribiendo aparte, en hojas sueltas, los dictados de la mesa. Esta, consultada, anunciaba generalmente la presencia de poetas, de autores dramáticos y de otros personajes célebres, tales como Moliére, Shakespeare, Galileo, etcétera. Pero la mayor parte de las veces, siempre que se le interrogaba, en lugar del nombre esperado la mesa daba el de un ser imaginario; por ejemplo éste, que se repite con frecuencia: “La Sombra del Sepulcro”.
   El conocimiento de casos de literatura de ultratumba se ha multiplicado por la obra realizada por autores serios y responsables. En Italia, el extraordinario investigador metapsíquico Ernesto Bozzano se dedicó al análisis de este género literario, lo que puede verse en su notable monografía intitulada “Literatura de Ultratumba”. Ahora bien ¿no serán acaso estos asombrosos fenómenos mediámnico-literarios un nuevo camino de Damasco para reencontrar a Dios y el Espíritu?.

Extracto de: Humberto Martotti - Victor Hugo, el poeta del mas allá.