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"Memorias de un Suicida" de los Espiritus Camilo Candido Bothelo y Leon Denis, por la medium Yvone A. Pereira

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09 febrero 2011


En forma de novela histórica, compuesta de tres libros, Victor Hugo, relata la vida y el drama de sus personajes, incluso, llevándonos con ellos mas allá de la muerte y a través de sus reencarnaciones, presentando un estudio del alma humana en su camino hacia la redención.

En el primer libro, relata una historia trágica de la delincuencia y crimen ,que se desarrolló entre nobles de alto rango (los últimos descendientes de los Medici) de la Toscana-Italia del siglo XVIII.

En el segundo libro se narra el crudo e infeliz despertar del criminal en el Mas Allá, el juicio de su propia conciencia, su reencarnación junto a la de diversos personajes envueltos en los lazos de la Ley de Causa y Efecto, en el Brasil del siglo XIX.

El tercer libro narra la forma usada por la Ley Divina de dar "a cada uno según sus obras", permitiendo a los "parias" obtener su "redención", en una nueva reencarnación en el siglo XX.

Adaptado de la Contraportada de dicho Libro


   "Mientras los instintos agresivos predominen en la naturaleza humana, superando muchas veces a la razón y a los sentimientos superiores del espíritu, engendrando las guerras famosas que destrozan las esperanzas y aniquilan civilizaciones; 

  Mientras el hombre no se someta a los dispositivos severos del Estatuto Divino, incorporándolos a su conducta habitual, de los que se resulta su armonía interior exteriorizando la paz generalizada, y tanto la codicia como el egoísmo - cánceres odiosos que aún predominan - no sean expulsados de la tierra; 

   Mientras haya gobiernos arbitrarios, ambiciosos y enloquecidos que estructuren sus planes de expansión en la vana locura del predominio sobre los pueblos más débiles;

   Mientras las religiones, olvidadas del rol sublime del Crucificado, luchen por mantener la supremacía en los escenarios del mundo y la miseria moral, social y económica persistan en establecer la rebeldía de las masas, libros como éste serán necesarios. 

   Sera indispensable relatar las tragedias y los dramas, narrando los episodios en los cuales fracasaron los ambiciosos, y las consecuencias que sufrieron por ello, cual grito de advertencia para aquellos que aún no están comprometidos y a la vez de estímulo para los que porfían en mantenerse dentro de las lineas directrices del equilibrio y del deber, durante el transcurso del viaje carnal por el Planeta.

   Mientras que el hombre no se eleve, emergiendo del animal, similia similitus, libros que evoquen la historia de los parias, recorriendo las sendas redentoras, serán imprescindibles para el estudio del alma humana, tal como es considerada de este lado."

VÍCTOR HUGO

Mensaje recivido en Salvador, 2 de junio de 1971

   
   Familia de comerciantes y banqueros de Florencia que llegaron a gobernar la Toscana y a ejercer una influencia considerable sobre la política italiana.

08 febrero 2011
Ofrecemos un pequeño complemento visual, cultural e histórico de Toscana para acompañar la primer parte del libro "Parias en Redención" de Victor Hugo/Divaldo P. Franco:



07 febrero 2011
 

06 febrero 2011



 Cuando el poeta dijo: “La cuna tiene un ayer y la tumba un mañana”, hizo pública declaración de sus ideas filosóficas basadas en la reencarnación; (...) y confirió sus convicciones palingenésicas al final de sus días, al expresar lo siguiente: 

“Hace medio siglo que escribo en prosa y en verso: historia, filosofía, drama, novela, leyenda, átira, oda, canción, todo lo he ensayado y sólo he podido decir la milésima parte de lo que siento en mí. Cuando yazga en la tumba, diré: “terminé mi jornada” y no “terminé mi vida”. Mi existencia comenzará de nuevo al otro día. La tumba no es un callejón sin salida, sino una avenida. Mi obra es sólo un principio y la sed de infinito prueba que existe lo Infinito.
"Soy hombre pero soy una chispa divina que, insignificante como soy, me siento Dios porque yo también pongo orden en mi caos interior."
“Viviré mil vidas futuras, continuaré mi obra, escalaré de siglo en siglo todas las rocas, todos los peligros, todos los amores, todas las pasiones, todas las angustias y después de miles de ascensiones, librado, transformado mi espíritu volverá a su fuente, uniéndose con la realidad absoluta, como el rayo de luz vuelve al Sol.”

   El gran poeta francés era un lírico profundamente religioso; de ahí sus ímpetus por una vida eterna y  palingenésicamente renovada. Como tantos otros genios poéticos se adhirió a la concepción de un ser finito y espiritual que nace, muere y renace. Su espíritu anhelaba “un entrar y salir” en la umanidad a fin de participar existencialmente en todos los procesos históricos y sentirse protagonista en todos los episodios de la historia universal.

Extracto de Humberto Martotti - Victor Hugo, el poeta del mas allá.
05 febrero 2011


Compartimos con ustedes tres mitos que menciona Víctor Hugo en el capitulo 5to del libro "Parias en Redención". Tres mitos que tratan sobre los castigos eternos en el mas allá:


   Julio Bois en su importante libro Le mirage modere hace un detenido estudio acerca de Víctor Hugo espiritista. Dice que el poeta abrazó el Espiritismo el 6 de septiembre de 1855, en Jersey, teniendo como iniciadora a Emilia de Girardin. El médium de las sesiones a las que asistía Hugo era su hijo Carlos. Este no sabía inglés, sin embargo un día llegó un británico que tenía deseos de relacionarse con Lord Byron. Esta entidad espiritual no se hizo esperar, la cual respondió así:

Vex not the bard, his lyve broken, His lasta son sung, his last word spanen.

   Prosiguiendo el poeta con estos trabajos tiptológicos, consiguió que Esquilo se expresara en admirables versos del modo siguiente:

   “No, el hombre no será jamás libre en la tierra. Es el triste cautivo del bien, del mal, de lo bello. Por ley del misterio, no puede gozar de libertad sino cuando se convierte en prisionero del sepulcro. Fatalidad, león por el cual el alma es devorada, yo he querido dominarte con ciclópeo brazo, he querido llevar sobre mi espalda atigrada piel y me gustaba que de mí dijeran: “Esquilo nemeo”. No lo conseguí; la fiera humana destroza aún nuestras carnes con sus garras eternas; el corazón del hombre está lleno todavía de gritos de odio, y esta fosa de leones no tiene Daniel. Después de mi. vino Shakespeare. vio las tres brujas, ¡oh, Nemea!, llegar del fondo de la selva y verter en nuestros corazones sus revueltas calderas, los filtros monstruosos del inmenso secreto. Después de mí, el domador, llegó el cazador a esta gran selva del límite del mundo. Y como mirara en su alma profunda, Macbeth gritó: “Huyamos”, y Hamlet dijo: “Tengo miedo”. Se salvó. Moliére apareció entonces en el lindero y dijo: “Veamos si mi alma desfallece. Comendador, ven a cenar”. Pero en el festín de piedra, Moliére temblo mientras palidecía don Juan. Mas, cualquiera que sea el espectro. la bruja o la sombra. eres siempre tú. león. con tu garra de hierro. Tú llenas de tal modo la gran selva sombría, que Dante te encuentra al entrar en el Infierno. Tú no eres dominado sino cuando la muerte devoradora te arranca con dientes el alma en pedazos, se apodera de ti en la selva profunda secular y te muestra con el dedo tu jaula: la tumba”.

   Un día Víctor Hugo se dirigió al espíritu de Moliére en versos magníficos para decirle: 

“¿Los reyes y vos, allá arriba, cambiáis de ropaje? ¿Luis XIV en el cielo no es criado tuyo?, ¿Francisco I es el loco de Triboulet?, ¿Creso es lacayo de Esopo?”

  Moliére no respondió, lo hizo en cambio una entidad espiritual llamada La Sombra del Sepulcro diciendo: 

“El cielo no castiga con semejantes artificios y no convierte en loco a Francisco I. El infierno no es un baile de grotescas comparsas en el cual el negro castigo seria el sastre”.

   El poeta no quedó satisfecho can la respuesta. Pero otro día las entidades invisibles le pidieron que las interrogaran en verso. Víctor Hugo declaró “que no sabia improvisar de esa manera”, por cuya causa solicitó que se aplazase la reunión mediúmnica. Al día siguiente, al dictar Moliére tiptológicamente su nombre, el poeta contestó recitando con severo acento los versos siguientes:

Oh, tú, que la manopla de Shakespeare recogiste,
Que cerca de su Otelo tu Alcestes esculpiste,
Sombrío de pasión!
¡Oh, sol, que resplandeces en doble espacio y vuelo;
Poeta desde el Louvre, y arcángel en el cielo!
Tu espléndida visita honora mi mansión.
¿Me tenderás arriba tu hospitalaria mano?
Que caven en el césped mi fosa: sin pesar.
Sin miedo la contemplo; la tumba no es arcano;
Yo sé que en ella encuentra prisión el cuerpo vano.
Mas sé también que el alma sus alas ha de hallar.

   Moliére empero no respondió. “Le Journal” del 20 de julio de 1899, dice que hubo expectación y que respondió nuevamente La Sombra del Sepulcro, cuya respuesta no puede leerse sin sentirse uno admirado por su irónica grandeza. He aquí el verso dictado tiptológicamente:

¡Espíritu que quieres saber nuestro secreto.
Que en tus tinieblas alzas la antorcha terrenal.
Que a tientas y furtivo, pretendes indiscreto.
Forzar la inmensa tumba, la puerta funeral!.
¡Retorna a tu silencio y apaga tus candelas;
Retorna hacia la noche profunda en donde velas,
Dejando algunas veces tu densa oscuridad;
Los ojos terrenales, aun vivos, aun abiertos,
No leen por encima del hombro de los muertos
La augusta eternidad!

   Víctor Hugo al verse tan duramente tratado, reprochó a la entidad comunicante diciéndole que empleaba expresiones simbólicas. La Sombra del Sepulcro le respondió así:

“¡Imprudente! Exclamas: La Sombra del Sepulcro habla la lengua mundana, emplea imágenes bíblicas, se sirve de palabras, metáforas, fábulas, para decir la verdad.. La Sombra del Sepulcro no es una ficción, sino una realidad. Si desciendo a hablar vuestra jerga en que lo sublime consiste en armar algún estruendo, es porque sois insignificantes. La palabra es una cadena del espíritu; la imagen, la argolla del pensamiento; vuestro ideal, el grillete del alma; vuestra sublimidad, un fondo de mazmorra; vuestro cielo, la bóveda de una gruta; vuestra lengua, un ruido encuadernado en un diccionario. Mi lenguaje es la Inmensidad, el Océano, el Huracán. Mi biblioteca contiene millares de estrellas, millares de planetas y constelaciones. Si quieres que te hable en mi lenguaje, sube al Sinaí y me oirás en los rayos; sube al Calvario y me verás en los relámpagos; baja a la tumba y me sentirás en la clemencia.”

   Es una carta que en 1855 dirigió a Emilia de Girardin el poeta escribía: 

   “Las mesas nos dicen cosas sorprendentes. Todo un sistema casi cosmogónico por mi pensado y escrito en veinte años ha sido confirmado con largueza magnífica. Vivimos aquí en un “horizonte” misterioso que cambia la perspectiva del destierro y pensamos en quién debemos esta ventana abierta”. Las mesas nos imponen el silencio y el secreto”.

  Ausente de Jersey madame de Girardin, el poeta continuó con su familia las relaciones espirituales con el mundo invisible. Esta tarea la dejó relatada en varios cuadernos que más tarde su amigo, el gran astrónomo Camilo Flammarión. pudo revisar y de los cuales publicó algunos fragmentos en “Les Annales Politiques et Litteraire” del 7 de mayo de 1899, en donde el autor de Urania decía lo siguiente: 

  “Mme. Víctor Hugo y su hijo Francisco estaban casi siempre a la mesa. Vaquerie y algunos otros sólo se acercaban alternativamente. Hugo, jamás. Desempeñaba el empleo de secretario escribiendo aparte, en hojas sueltas, los dictados de la mesa. Esta, consultada, anunciaba generalmente la presencia de poetas, de autores dramáticos y de otros personajes célebres, tales como Moliére, Shakespeare, Galileo, etcétera. Pero la mayor parte de las veces, siempre que se le interrogaba, en lugar del nombre esperado la mesa daba el de un ser imaginario; por ejemplo éste, que se repite con frecuencia: “La Sombra del Sepulcro”.
   El conocimiento de casos de literatura de ultratumba se ha multiplicado por la obra realizada por autores serios y responsables. En Italia, el extraordinario investigador metapsíquico Ernesto Bozzano se dedicó al análisis de este género literario, lo que puede verse en su notable monografía intitulada “Literatura de Ultratumba”. Ahora bien ¿no serán acaso estos asombrosos fenómenos mediámnico-literarios un nuevo camino de Damasco para reencontrar a Dios y el Espíritu?.

Extracto de: Humberto Martotti - Victor Hugo, el poeta del mas allá. 
04 febrero 2011
   La primera sesión mediúmnica de Víctor Hugo fue publicada por Gustavo Simón (ver su libro “Les tables tournantes de Jersey”, editorial Louis Conard. París), en la cual se manifestó su hija Leopoldina, hacía poco fallecida en un naufragio. y labró el acta correspondiente el célebre poeta y dramaturgo Augusto Vacquerie.
   He aquí el relato: “Cuando se hablaba de las mesas giratorias, nosotros dudábamos. Hablamos intentado hacerlas girar, pero sin éxito cierto. Veíamos sobre todo, en la atención que en todas partes se dedicaba a estos fenómenos, una treta de la policía francesa para distraer el espíritu público de las vergüenzas del gobierno. En ello estábamos cuando Mme. de Girardin vino a Jersey para visitar a Víctor Hugo. Llegó el martes 6 de septiembre de 1853.
   “Nos habló de las mesas. No solamente giraban: hablaban también. Se convenía con ellas que los golpes que diesen serían las letras del alfabeto y que se escribiría la letra en la cual se detuviesen. Así se obtenían, letra por letra y palabra por palabra, frases y páginas enteras. Nosotros vimos en esto una paradoja del encantador ingenio de Mme. de Girardin. Tan es así que el miércoles, mientras trataba de hacer hablar a una mesa con Víctor Hugo, en el comedor, nosotros permanecimos en el salón. La mesa no habló. Mme. de Girardin dijo que el fracaso se debía a que la mesa era cuadrada y que se precisaba una redonda. No la teníamos. El jueves, ella misma trajo una mesita redonda de tres patas que había comprado en Saint Héher en un bazar de juguetes.
   Al día siguiente volvió a probar sin éxito. Yo, particularmente, creía tan poco en las mesas que hablaban, que me fui a acostar en cuanto se pusieron a la mesa. El sábado, Víctor Hugo y Mme. de Girardin cenaron en casa de un señor de Jersey, M. Gordfray. Mme. de Girardin. volvió a probar, pero inútilmente. El domingo por la noche he aquí lo que aconteció.

ACTA

“Asistentes Madame de Girardin, Madame Víctor Hugo, Víctor Hugo, Carlos Hugo, Francisco Víctor Hugo,
señorita Hugo, General Le Fló, Madame de Treveneue, Augusto Vacquerie.

Mme. de Girardin y Augusto Vacquerie se ponen a la mesa, colocando la mesita redonda encima de una  mesa grande cuadrada. Al cabo de algunos minutos la mesa se estremece.

Mme. de Girardin: ¿Quién eres? (La mesa levanta un pie y no lo baja).
Mme. de Girardin: ¿Hay algo que te molesta? Si es así, da un golpe; si no, dos golpes, la mesa da un golpe).
Mme. de Girardin: ¿Que?
-Rombo.
(En efecto, estábamos formado un rombo, colocados a ambos lados de un ángulo de la mesa grande).
(La mesa se agita. va y viene, rehusa contestar. Yo me separo de la mesa. El General Le Fló ocupa mi lugar. En la mesa Carlos Hugo y el General Le Fló).
El general Le Fló: -Dime el nombre en que pienso.
Mine, de Girardin, al mismo tiempo: -¿Quién eres?
-Hija.
(El General Le Fló no pensaba en su hija. Yo pienso en mi sobrino Ernesto y pregunto:)
-¿En quién pienso?
-Muerta.
Mme. de Girardin, muy emocionada: ¿Hija muerta?
(Yo vuelvo a decir:)
-¿En quién pienso?
-Muerta.
(Todos piensan en la hija que Víctor Hugo ha perdido).
Mme. de Girardin: -¿Quién eres?
-Ame soror
(Mme. de Girardin había perdido a una hermana. La mesa dijo soror, en latín para decir que era hermana de
un hombre?).
El General Le Fló: -Carlos Hugo y yo, que tenemos la mesa, hemos perdido una hermana cada uno. ¿De quién eres hermana?
-Duda.
El General Le Fló: -¿Tu país?
-Francia.
El General Le Fló: -¿Tu ciudad?
(Ninguna respuesta. Todos sentimos la presencia de la muerte. Todo el mundo llora).
Víctor Hugo: -¿Eres feliz?
-Sí
Víctor Hugo: -¿Dónde estás?
-Luz.
Víctor Hugo: -¿Qué hay que hacer para ir a ti?
-Amar.
(A partir de este momento, en que todos estamos emocionados, la mesa, como si se viera comprendida, ya no vacila mas. En cuanto se la interroga responde inmediatamente. Cuando tardamos en hacerle una pregunta se agita y va de derecha a la izquierda).
Mme. de Girardin: ¿Quién te envía?
-Buen Dios.
Mme. de Girardin, muy emocionada: -Habla tú misma. ¿Tienes algo que decirnos?
-Sufrid para el otro mundo.
Yo no estaba convencido en absoluto. No es que creyese precisamente que Mme. de Girardin se burlaba de nosotros y daba voluntariamente los golpes. Pero yo me decía que a fuerza de deseo y de tensión de espíritu, podía dar a su mano una presión involuntaria.
Vamos a buscar otra, mesa, sobre la cual colocamos la pequeña. Mme. de Girardin y Carlos Hugo se colocan de manera que cortan la mesa-soporte en ángulo recto. La mesa se agita.
El General Le Fló: Dime qué pienso.
-Fidelidad.
(El General Le Fló pensaba en su mujer. Yo estaba algo menos convencido. Me parecía tan ingenioso y espiritual responder “fidelidad” a un marido que piensa en su esposa, que atribuía la respuesta a Mme. de Girardin).
Víctor Hugo escribe una palabra en un papel y lo coloca, cerrado, encima de la mesa.
Augusto Vacquerie: ¿Puedes decirme el nombre escrito ahí dentro?
-No
Víctor Hugo: -¿Por qué?
-Papel.
Todas estas respuestas comenzaban a extrañarnos un Poco. Para estar más seguro que no era Mme. de Girardin quien actuaba, solicito ponerme a la mesa con Carlos Hugo. Me pongo con él. La mesa se mueve. Pienso en un nombre y digo:
Cuál es el nombre en que pienso?
-Hugo.
En efecto, éste era el nombre. En este momento empecé a creer. Hacía un rato que Mme. de Girardin estaba emocionada y nos decía que no perdiéramos el tiempo con preguntas pueriles. Presentía una gran aparición, pero nosotros, que dudábamos, nos obstinamos en desafiar a la mesa a que respondiese a palabras escritas o
pensadas.
Mme. de Girardin: -¿Te burlas de nosotros?
-Sí.
Mme: -¿Por qué?
-Absurdo.
Mme. de Girardin: -Pues bien, habla tu mismo.
-Molestia.
Mme. de Girardin: -¿Qué te molesta?
-Uno sólo.
Mme. de Girardin. -Nómbralo.
-Rubio
En efecto, Mr. de Tréveneue, muy rubio, era el más incrédulo de nosotros.
Mme. de Girardin: -¿Quieres que salga?
-No.
Víctor Hugo: -¿Ves el sufrimiento de los que te aman?
-Sí.
Mme. de Girardin: -¿Sufrirán mucho tiempo?
-No.
Mme. de Girardin: -¿Regresarán pronto a Francia?
(No contesta).
Víctor Hugo: -¿Depende de ellos que puedas volver?
-No.
Víctor Hugo: -Pero, ¿volverás?
-Si.
Víctor Hugo: -¿Pronto?
-Si.
(Terminado a la una y media de la madrugada).
Nota: Todo lo que antecede ha sido escrito inmediatamente después de la sesión por Augusto Vacquerie. A
partir de este día decidimos escribir las respuestas de la mesa en el mismo momento en que se producían y
todas las actas siguientes fueron recogidas durante el transcurso de las sesiones mismas”.


Extracto de: Humberto Martotti - Victor Hugo, el poeta del mas allá.